—No deberías dejarte tratar así— le digo.
—¡Salí, desubicado!— grita ella.
Su muchacho se me viene encima. Fuma y cree ser genial. Yo toso un poco porque ya fumé y no es genial.
Viene con un aire de verdadero macho. Estoy demasiado rendido para llevar adelante una situación así. Lo convenzo con algunas palabras, las de la experiencia.
Adentro hay humo y se dificulta respirar, pero aspiro, aspiro y aspiro. Bailo de frente a un láser que me vuelve loco.
Tengo la boca reseca. Tengo el corazón chamuscado.
Cosas de todos los días.
¿Y en dónde estás vos?
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