Porca miseria

A lo largo de la historia han surgido innumerables escritores cuyas obras han pasado a engrosar la lista de clásicos. Si bien los límites establecidos por la academia para considerar una obra como un clásico han ido mutando, existe un consenso unánime en cuanto a cuáles son las mejores obras de la literatura mundial. Estadísticamente hablando, para leer cada uno de los libros que forman parte de esta lista, una persona promedio debe invertir poco más de la mitad de su vida para abarcar la totalidad de la misma. Se estima que en cien años esta lista crecerá hasta abarcar la totalidad de la vida del lector. Entre apellidos como Joyce, Huxley, Hemingway, Mann, Kafka y Dostoyevski, se encuentra el argentino Carlos Andrade. Su figura ha sido objeto de críticas y alabanzas por igual. Aunque ganador de incontables premios, entre los cuales se incluye el Nobel de Literatura, la vida entre sus pares fue un tormento. No fue el cuerpo de su obra el que produjo esta polarización en las opiniones, ya que, en general, pecaba de banal, plana y sin sentido. Lo que produjo el estallido en el mundo literario fue un pequeño pasaje de su libro La hora de las moscas:

Fue en aquella tarde de otoño, con el invierno casi sobre nuestras espaldas, que el destino quiso que nos encontráramos entre aquellas cuatro paredes, bajo ese techo tan alto que cada vez que me recostaba en el sillón a observarlo, sólo podía sentir el desapego de todo lo santo del alma humana. Sus labios húmedos por el deseo buscaban el contacto, pero la inexperiencia hacía que sus ojos observaran el techo. Tal vez ese fue el contacto más significativo que tuve con otra persona. Nuestros sentimientos, entrelazados en la lejanía, sin el frío del contacto de la piel desnuda.

Según los expertos, este pequeño párrafo esconde el resumen perfecto de la historia de la literatura. Obras como El Aleph o Rayuela quedaron al borde del olvido tras editarse la obra máxima de Andrade. Seguido del clamor del universo literario, el público arrasó librerías en pos de conseguir una copia y leer tan preciado párrafo. Las adaptaciones cinematográficas tampoco se hicieron esperar. 
Con el correr del tiempo los análisis de éste párrafo comenzaron a llenar sus propias estanterías. En un momento, un historiador y crítico literario dio a conocer su teoría sobre el horror detrás de la creación de Andrade. Al parecer, luego de una exhaustiva investigación que le llevó dos décadas, llegó a la conclusión de que ese párrafo representaba la relación que Andrade sostuvo con una menor de edad.La sociedad no tardó en hacerse eco y no fueron pocas las voces que comenzaron a alzarse en contra de Carlos Andrade. El alguna vez genio de la literatura pasó a ser la personificación de mal. Esto generó una división social nunca antes vista, pues las opiniones de ambos bandos eran enfervorizadas y se sostenían con la virulencia del radicalismo religioso más extremo que alguna vez se haya visto. Varios de los galardones que se le otorgaron al autor le fueron retirados, inclusive el Nobel, siendo la primera vez en la historia que la Academia Sueca daba marcha atrás en su decisión.
Los años pasaron y la obra de Andrade, así como su creador, estuvieron sujetos al amor y al odio, tanto popular como académico. Premios con su nombre eran otorgados, para luego ser retirados y vueltos a entregar. Esas noventa y nueve palabras cambiaron la historia y, aún así, nunca nadie en ningún lado preguntó ¿te gustó el libro?

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