(sic)

A partir de mañana sube el precio de la bajada de bandera del servicio de taxis. La nueva tarifa será de $357,78 y un puñetazo en el rostro del pasajero. El puño debe recibirse de frente. Sube la bajada, la R.A.E en crisis. Suicidios masivos. Quejas por parte de varias agrupaciones de consumidores. Ciudadanos mayores piden que se golpee a los jóvenes. Los discapacitados piden que se golpee a los jóvenes. Las mujeres, también las jóvenes, reclaman sean golpeados los jóvenes. Sólo los varones jóvenes. Las feministas golpean a los discapacitados y a los viejos. Los esnobs se disfrazan de discapacitados. Se masturban. Todos, claro. Los jóvenes quieren que los golpeen. No puede ser que quieran que los golpeen, la juventud está perdida. Mientras, el hospital apuntala sus paredes con enfermos terminales. Escasez de cancerosos. La gente toma agua con arsénico para ayudar. Y se masturba. Los jóvenes golpeados envuelven sus penes en papel de lija y empiezan a darle subibaja. Cada uno aporta un granito y el país funciona. Pero, al final, nadie tiene cáncer. Todos sanos. La no viudas lloran de todas formas. Se empastillan. Se empastillan jodido. Terminan apuntalándose ellas mismas. Contra el sillón, de frente a la televisión. Cuanta abstracción cultural, se quejan, algunos. Algunos apuntalados. Miran al techo y le rezan a sus dioses que habitan en el yeso del cielo raso. Alguien pronuncia un discurso pero olvida el lugar de las comas y es derrocado por alguien que desconoce el uso del punticoma. Todos felices. A una mina fea no le creen lo de mina. Algún apuntalado demora quince minutos en reírse del chiste. Estaba ocupado masturbándose. Regueros de sangre joven. Mucha masturbación, viste vos. Superpoblación en los divanes. Siempre hay que mencionar los divanes. Y a los divinos. Ojo, no se crean la del arte que por mirar para el costado hay varios que se ríen un tanto raro y el pantalón les aprieta la entrepierna. Levantar el dedo no modifica nada. Tampoco modifica levantar piedras. Paredes, tal vez. De todas formas, enfrente está la posta. Nadie sabe para dónde porque están perdidos en medio de la niebla. O neblina. Sino hay que ir para abajo. Y abajo están los monstruos. Apretados. Sudando realidad. Pero la realidad no garpa. Sonreí y mostrá que no tenés dientes. Bien por vos, flaquito. Mirá. Ejércitos de desdentados sonrientes hacen loas a los imprescindibles. Los imprescindibles se cuentan entre ellos eso de las loas y se abrazan. Besos para todos. Ambas mejillas. Un dios, de esos del yeso, se masturba. Los dioses se masturban y los suicidios son masivos. Salen rápido a suicidar a los demás, a ver si en una de esas se quedan sin dientes. No servís para nada, flaquito. Podrías ayudar con tu cáncer. Todo el día masturbándote. Y sin sangre.

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